domingo, 26 de octubre de 2014

Diciembre y la primavera pueden llegar a rimar.

Aquel día estábamos más cerca que nunca. A pesar de la hermosa taquicardia, nos mirábamos con miedo. Parecía que nunca nadie hubiera estado tan próximo al vértigo de nuestros ojos. Me susurró al oído que su nombre empezaba por eme. Las palomas volaban en círculo alrededor nuestro. Estábamos afuera en la ciudad, y todo parecía de ciencia ficción, como ella. Tenía la Torre Eiffel tatuada en la muñeca y la llamé mi francesita. Me dijo: hazme todo lo que tú quieras, aunque sea un rato. Le medí el cuerpo con 92 besos mientras le tarareaba canciones. Y en un vis a vis, le regalé mi mejor versión. Se quedó con la mirada perdida, pero en realidad estaba en éxtasis. Sus labios gritaban que no mueran los cantantes. Con cada caricia que me hacía, me salía del hueso una flor. Y ese día me di cuenta que diciembre y la primavera podían llegar a rimar. También que hubiéramos sido la mejor portada del telediario, en lugar de la violencia y el vandalismo por las calles de Madrid. Se marchó con prisa , dejándome con el corazón convertido en pólvora a punto de estallar y sudando la tristeza.

Fuimos breves e intensos, como los penaltis.

Y desde ese día no hago otra cosa sino las cuentas para volvernos a encontrar.

(Texto basado en los títulos de las canciones de Leiva)

sábado, 4 de octubre de 2014

Lo que debería haberte contado.

Hoy me he puesto a pensar en todo lo que he dejado escapar por mi miedo a perder. Y es cierto que hay oportunidades que solo ocurren una vez en la vida, que una vez hecho algo no hay vuelta atrás. Pero también soy de las que cree que si no hiciste algo en su momento, es porque la vida tiene otros planes para ti. 
No obstante, reflexionando en este oscuro día de Octubre (propio del clima gallego) acerca de todas las cosas que no hice y me gustaría haber hecho pensé en ti. Pensé en todas y cada una de las cosas que nunca te había contado y en lo tonta que fui al no hacerlo. Y es que nunca te dije lo peculiar que me parecía tu manera de caminar, como si fueses el dueño de cada una de las calles de la ciudad. Que tu humor es un tanto cruel y aunque siempre intentaba aguantarme, por dentro me estaba riendo. Que me desquiciaba lo despistado que podías llegar a ser a veces, aunque veo que eso ha ido cambiando con el paso del tiempo y que me fastidia que eso no ocurriese antes. Que tu actitud en algunos momentos hizo que pensase que nuestra relación pendía de un hilo más de una vez, y mis dudas acabaron contigo y con nosotros y por eso te pido perdón. Que solo porque fuera yo la que dijo que era el momento, no significa que fuese fácil para mí. Que el no estar en la misma ciudad que tu me ayuda a no pensar en ti todos los días, pero que cada noche me acuesto esperando un mensaje tuyo.Y es que creo que la distancia acabará haciendo más bien que mal en nosotros, pero que algún día llegará el momento en el que uno estará esperando al otro en la estación. 
Que lo nuestro es un sinsentido, que este ni contigo ni sin ti nos está matando a ambos, que ha llegado un momento en el que ni nosotros mismo sabemos de qué va esto, pero que los momentos que estoy a solas contigo hacen que todo cobre sentido de nuevo. Que se que no eres la persona para mí hoy, pero que sigo sin ser capaz de imaginarme sin ti durante muchos años. Que gracias a tu forma de ver la vida y hacer las cosas acabamos siempre volviendo el uno al otro. Que me inspiré en ti para escribir más de una vez (y más de dos, y de tres...), pero no te recomiendo que te busques en mis lineas porque pueden dar lugar a confusiones. Que conozco las cosas que no te atreves a pronunciar en alto y que no llegaste a decir, y que espero algún día oírlas de tu boca. Que solo podremos estar juntos cuando aprendas a estar solo, y que siempre pensaré que hacemos un buen equipo porque cuando uno caía nos levantábamos los dos juntos. Que la conexión, la química, que tenemos no fue inmediata y que ahora nos está haciendo mucho mal, pero de cada cosa mala hay cinco buenas.Que te noto más perdido que nunca y sin un rumbo fijo, pero confío en ti como en pocas personas he llegado a hacerlo y sabrás lo que tienes que hacer. Que dijimos que esto era un punto y final, pero siempre pensaré que es un punto y aparte y que siempre volveremos a esta situación porque somos capaces de sacar lo mejor del otro. 
Que somos así, que parece que nos gusta torturarnos y nos hacemos los locos pero sabemos perfectamente lo que hay y de qué pie cojea cada uno. Tú del derecho y yo del izquierdo, porque me gusta llevarte la contraria. Que por mucho que intentes ocultarme las cosas te veo venir de lejos y sé lo que pretendes. 

Que somos así, y es así cómo son las grandes historias.