martes, 4 de noviembre de 2014

No te echaré de menos en septiembre.

Cuando piensas que ya está olvidado, que no volverás a sentir ese agujero en el estómago al verlo y esas ganas de abrazarlo, ocurre algo que hace que vuelvas a tropezar otra vez. En mi caso, fue tu colonia. 
Era viernes, y caminaba por las calles de Vigo dirección a la estación para coger un tren durante dos horas y pasar el fin de semana en Coruña con mi familia. Vamos, lo normal. Iba escuchando música con los cascos, para ser concretos sonaba Años 80 y en ese momento no me venían recuerdos tuyos, nuestros (y eso que esa era nuestra canción). Pero, de repente, sucedió. Pasó por delante de mí aquel chico de camisa de cuadros, pitillos ajustados y Stan Smith que dejó un rastro de su colonia. De tu colonia. Y como si fuese una bomba atómica, explotaron todos los recuerdos dentro de mí. 
Y cómo es posible que algo tan insignificante pueda provocar tal desastre. Tu colonia era lo que olía cuando me abrazabas y me hacías sentirme protegida del mundo. Aquella camiseta que me dejaste durante un día y al final me quedé durante dos semanas mantenía aun tu olor después de ponérmela todas las noches para dormir. Antes de salir de tu casa siempre me echaba algo de tu colonia para oler a ti. Cuando me quedaba dormida en ese hueco en tu hombro solo olía tu colonia y oía el latido de tu corazón, y me sentía como en casa. Y supongo que es eso, hay ciertos olores que siempre nos recordarán a algo en concreto. Y tu colonia siempre me recordará los días de verano y las noches de invierno, y lo segura que me sentía entre tus brazos. Como si realmente fuesen mi casa.
Me monté en el tren, y durante las dos horas de viaje no hacía más que pensar en verte ese fin de semana, en como sería tu reacción, en lo bonito que sería volver a sentirme como en casa entre tus brazos. Y sin darme cuenta, y debido a tu colonia, volví a verme estancada en el pasado y en querer estar contigo. Vamos, lo normal. 
Y resulta que nuestra canción va a ser cierta, y que no te echaré de menos en septiembre pero si los meses restantes. 

domingo, 26 de octubre de 2014

Diciembre y la primavera pueden llegar a rimar.

Aquel día estábamos más cerca que nunca. A pesar de la hermosa taquicardia, nos mirábamos con miedo. Parecía que nunca nadie hubiera estado tan próximo al vértigo de nuestros ojos. Me susurró al oído que su nombre empezaba por eme. Las palomas volaban en círculo alrededor nuestro. Estábamos afuera en la ciudad, y todo parecía de ciencia ficción, como ella. Tenía la Torre Eiffel tatuada en la muñeca y la llamé mi francesita. Me dijo: hazme todo lo que tú quieras, aunque sea un rato. Le medí el cuerpo con 92 besos mientras le tarareaba canciones. Y en un vis a vis, le regalé mi mejor versión. Se quedó con la mirada perdida, pero en realidad estaba en éxtasis. Sus labios gritaban que no mueran los cantantes. Con cada caricia que me hacía, me salía del hueso una flor. Y ese día me di cuenta que diciembre y la primavera podían llegar a rimar. También que hubiéramos sido la mejor portada del telediario, en lugar de la violencia y el vandalismo por las calles de Madrid. Se marchó con prisa , dejándome con el corazón convertido en pólvora a punto de estallar y sudando la tristeza.

Fuimos breves e intensos, como los penaltis.

Y desde ese día no hago otra cosa sino las cuentas para volvernos a encontrar.

(Texto basado en los títulos de las canciones de Leiva)

sábado, 4 de octubre de 2014

Lo que debería haberte contado.

Hoy me he puesto a pensar en todo lo que he dejado escapar por mi miedo a perder. Y es cierto que hay oportunidades que solo ocurren una vez en la vida, que una vez hecho algo no hay vuelta atrás. Pero también soy de las que cree que si no hiciste algo en su momento, es porque la vida tiene otros planes para ti. 
No obstante, reflexionando en este oscuro día de Octubre (propio del clima gallego) acerca de todas las cosas que no hice y me gustaría haber hecho pensé en ti. Pensé en todas y cada una de las cosas que nunca te había contado y en lo tonta que fui al no hacerlo. Y es que nunca te dije lo peculiar que me parecía tu manera de caminar, como si fueses el dueño de cada una de las calles de la ciudad. Que tu humor es un tanto cruel y aunque siempre intentaba aguantarme, por dentro me estaba riendo. Que me desquiciaba lo despistado que podías llegar a ser a veces, aunque veo que eso ha ido cambiando con el paso del tiempo y que me fastidia que eso no ocurriese antes. Que tu actitud en algunos momentos hizo que pensase que nuestra relación pendía de un hilo más de una vez, y mis dudas acabaron contigo y con nosotros y por eso te pido perdón. Que solo porque fuera yo la que dijo que era el momento, no significa que fuese fácil para mí. Que el no estar en la misma ciudad que tu me ayuda a no pensar en ti todos los días, pero que cada noche me acuesto esperando un mensaje tuyo.Y es que creo que la distancia acabará haciendo más bien que mal en nosotros, pero que algún día llegará el momento en el que uno estará esperando al otro en la estación. 
Que lo nuestro es un sinsentido, que este ni contigo ni sin ti nos está matando a ambos, que ha llegado un momento en el que ni nosotros mismo sabemos de qué va esto, pero que los momentos que estoy a solas contigo hacen que todo cobre sentido de nuevo. Que se que no eres la persona para mí hoy, pero que sigo sin ser capaz de imaginarme sin ti durante muchos años. Que gracias a tu forma de ver la vida y hacer las cosas acabamos siempre volviendo el uno al otro. Que me inspiré en ti para escribir más de una vez (y más de dos, y de tres...), pero no te recomiendo que te busques en mis lineas porque pueden dar lugar a confusiones. Que conozco las cosas que no te atreves a pronunciar en alto y que no llegaste a decir, y que espero algún día oírlas de tu boca. Que solo podremos estar juntos cuando aprendas a estar solo, y que siempre pensaré que hacemos un buen equipo porque cuando uno caía nos levantábamos los dos juntos. Que la conexión, la química, que tenemos no fue inmediata y que ahora nos está haciendo mucho mal, pero de cada cosa mala hay cinco buenas.Que te noto más perdido que nunca y sin un rumbo fijo, pero confío en ti como en pocas personas he llegado a hacerlo y sabrás lo que tienes que hacer. Que dijimos que esto era un punto y final, pero siempre pensaré que es un punto y aparte y que siempre volveremos a esta situación porque somos capaces de sacar lo mejor del otro. 
Que somos así, que parece que nos gusta torturarnos y nos hacemos los locos pero sabemos perfectamente lo que hay y de qué pie cojea cada uno. Tú del derecho y yo del izquierdo, porque me gusta llevarte la contraria. Que por mucho que intentes ocultarme las cosas te veo venir de lejos y sé lo que pretendes. 

Que somos así, y es así cómo son las grandes historias. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Hay demasiadas variables

Llevo mucho tiempo pensando en quién tuvo la culpa y ya comienzo a entenderlo: las matemáticas tuvieron la culpa de todo lo que nos pasó. Si nunca nos salieron las cuentas no fue por nuestra culpa sino por los caprichos de los números al cruzar nuestra existencia. Cada 2 por 3 nos empeñábamos en dejarnos a medias, como un quebrado. Yo sólo trataba de sumarle a nuestro colchón algunos suspiros pero eso es algo que no funciona si le restas importancia a los sentimientos. El 69 no era un múltiplo de los mejores días y al final fue imposible. Yo me empeñaba en llevarte flores 9 días por semana y sólo daba contigo cada 30 de febrero. El denominador común de nuestra relación fueron los malentendidos al cuadrado y las probabilidades de fracaso cada vez mayores. Así que lo dejaré aquí, porque me temo que no hay teorema que pueda dar solución al problema que hay entre tú y yo, hay demasiadas variables.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Perdida y perdiéndote.

Y no me puedo quejar, tú mismo me advertiste de las consecuencias de quererte y yo aún así lo hice. Me dijiste que acabaría mal, pero nunca me avisaste que dejarías de quererme. Y, a pesar de ello, seguí contigo. Conocí cada uno de tus deseos, tus manías, tus miedos y tus hábitos. Vi lo bueno y lo malo, y aún así me enamoré de ti. Me enamoré de tu forma de caminar, del sabor de la cerveza en tus labios, de tu sonrisa, de tus mil historias inventadas para hacerme reír y de todos y cada uno de tus lunares. Me hiciste sentir la mujer más especial del planeta y a la vez la más hundida. Porque cuando me tuviste, cuando al fin pudiste decir que era tuya, todo cambió. Las risas se sustituyeron por silencios incómodos, los besos de despedida en mi portal desaparecieron ya que cada uno volvía por su cuenta, y los mensajes de buenas noches las cambiamos por noches en vela buscando una solución. Pero no la encontraba, porque estaba escondida junto a todo lo que un día habías llegado a sentir por mí. Y, llegados a este punto, no nos quedaba más remedio que seguir cada uno su camino.  Y me pregunto si sabrás que te esperé y me desesperé aguardando a que volvieses, porque siempre tuve la esperanza de que lo hicieses y, como dicen, es lo último que se pierde. Y así andaba, perdida y perdiéndote.
Y me pregunto por qué nunca me dijiste que quererte acabaría de tal forma conmigo, que me dejaría hundida. Y me pregunto cómo conseguiste dejar de quererme, o si realmente llegaste a sentir algo de lo que me dijiste.  

jueves, 14 de agosto de 2014

Todo lo que hemos vivido.

Y me pregunto con quien pasarás los días de verano ahora que no estoy y si ya has encontrado a otra a quien acompañar a casa tras una noche de fiesta. Me pregunto si siguen en pie tus planes de cambiar tu vida, de centrarte un poco porque como tu bien dijiste, ya va siendo hora. Me pregunto si sigues teniendo la pulsera que te regalé, porque es evidente que no la llevas puesta. Qué cursilada. Tuve la necesidad de comprar una para ti cuando me diste una tuya que, por cierto, sigue guardada. Junto a aquella entrada para la película que fuimos a ver juntos,y guardada junto a todo lo que hemos vivido. Me pregunto que te parecerá que Ben Affleck haga de Batman en la nueva película, tu que siempre has sido de Christian Bale. Me pregunto si sabes que al final me he acostumbrado al sabor de la cerveza, solo porque buscaba en ella el sabor de tus labios cuando bebías y justo después me dabas un beso. Me pregunto si te seguirá extrañando que me guste Leiva. Me pregunto si sigues tomando Coca-Cola por las mañanas nada más despertarte, o si solo lo hacías porque sabías que a mi me gustaba. Me pregunto si alguna vez supiste que me vi las seis temporadas de El Mentalista solo porque tú lo veías, y si terminaste de ver todas las temporadas de Juego de Tronos porque yo te la recomendé. Me pregunto si algún día me dará igual el saludarte, o si siempre se me hará un agujero en el estómago al verte. Me pregunto si tu sigues igual por mí, si te has quedado estancado en aquellos días de verano. Porque este ni contigo ni sin ti me está matando. Porque un día vuelves, y a la mañana siguiente desapareces sin dejar rastro. O eso crees. Porque nunca te vas de mí, porque siempre quedará conmigo algo de ti, algo de nosotros. Igual que tu siempre tendrás algo de mi. 

Y me pregunto todo lo que podríamos haber sido tu y yo si no fuésemos tu y yo. Y mientras lo hago estoy en el bar, en nuestro bar, tomando una cerveza. Buscando en ella uno de tus besos que me devuelva algo de mí, porque me lo debes. Porque nos lo debemos. 

martes, 12 de agosto de 2014

La excepción que confirma la regla

Dicen que quien te quiere te busca. Y aquí estoy yo, día tras día, esperando que me busques, sin darme cuenta de que eso no ocurrirá. Que se acabó. Igual que se acabaron los abrazos, las conversaciones, los paseos hacia mi casa y las mañanas enredados en las sábanas, siendo el uno del otro. Siempre te dio miedo el pertenecer a alguien, pero hubo una época en la que no te cansabas de repetir que eras mío. Y ahora solo me quedan los recuerdos de los días de verano y de las noches de invierno, y tu colonia me persigue en todas las calles de la ciudad recordándome cada uno de los pasos que dimos por ellas. Y al olerla siempre pienso que eres tú, que has vuelto a por mí, para volverlo a intentar. Una vez más. Y sí, segundas partes nunca fueron buenas pero nosotros podríamos ser la excepción que confirme la regla. Y es que yo no pido que esto sea fácil, ni tampoco como en las películas románticas en las que todo acaba bien, viviendo felices y comiendo perdices. 

Solo pido que sea auténtico, que sea nuestro.